Bueno, pues ya está aquí el temido mes de septiembre! El verano da sus últimos coletazos en forma de tormentas y gotas frías y la ciudad vuelve a ser la que era, llena de gente estresada y atascos.
El cumple de Koalín ya pasó y constaté algo que ya me estaba temiendo, a saber, que 2 años siguen siendo pocos años para grandes eventos. Menos mal que no me dio por alquilar espacios ni vinieron niños porque mi hijo el ultrasensible repartió rabietas e indiferencia por doquier a sus abuelos, tias, a nuestros amigos y a todo quisqui. No quiso soplar las velas y al único regalo que le hizo caso fue a la supermansión estupenda de Feber que finalmente cayó como era de esperar, y menos mal porque menudo acierto. Eso sí, descubrió las palomitas de maíz y se hizo fan.
En 15 días toca vuelta al cole (bueno, vuelta a la guarde por último año) y aunque me encantaría que la adaptación no fuera muy dura para él, el verano libre y salvaje ha sido muy largo con lo que nos esperan previsiblemente unos días de estrés. Por suerte la buena noticia es que papakoala y yo tendremos esa semana de vacaciones para dar apoyo logístico y moral al peque…
No obstante estos meses estivales nos han servido para crecer, y no solo físicamente: Koalín duerme solo en su cama y en su cuarto desde los 23 meses. Prácticamente no han habido llantos ya que siempre hemos acudido cuando nos ha llamado y ha tenido a su amada teti siempre que la ha necesitado. Por ese lado, reto conseguido aunque sigamos sin saber qué es eso de dormir del tirón…
Nos vamos al otoño con dos temas que de momento siguen pendientes: el abandono del pañal y de la teta. En ambos casos han habido intentos infructuosos, por lo que hay que seguir esperando a que el prota esté preparado.
Mañana tenemos la revisión de los 2 años así que podremos ver qué tal vamos de peso y altura, además de comentar un tema que nos tiene bastante preocupados… y es que desde hace varios meses, E. se aguanta las aguas mayores. Hace cada 4-5 días y últimamente solo a base de supositorios de glicerina puestos en auténticas batallas campales de berridos y patadas. En nuestro caso este aparente miedo que tiene no puede deberse a ninguna presión por dejar el pañal, ya que el tímido intento que hicimos en julio fue un fracaso tan estrepitoso que directamente me olvidé del tema. Buceando en internés, ese gran aliadoenemigo, he leído artículos muy interesantes al respecto que me han abierto un poco los ojos: por lo visto el estreñimiento en esta etapa de pre control de esfínteres es un tema más psicológico que físico, lo cual me alivia ya que no entendia como un niño que toma tantísima fruta, verdura, zumos y agua podía estar estreñido. Por lo visto a esta edad empiezan a ser conscientes de su cuerpo y por ende también de las heces, que no saben diferenciar de sí mismos como elementos de deshecho que son y por ese motivo el hecho de hacer caca lo viven como algo angustioso, como si perdieran algo suyo. Siendo así ofrecían algunos tips y consejos para trabajar con el niño y ayudarle a entender que es un proceso fisiológico normal: comprar plastelina marrón-negra y literalmente moldear truñis, poner a todos los muñecos a hacer popó y por supuesto hacer partícipe al peque de nuestros propios momentos allbran (Koalín ya ha presenciado algún espectáculo escatológico que otro y de momento no hemos logrado superar el trauma).
En fin, próximamente compartiremos los avances en este tema y los consejos de la pediatra, a ver si nos ilumina un poco…
Besos y feliz back to reality!