Segundo verano del amor

Hace una semana volvimos de nuestras vacaciones isleñas de 10 días que se nos pasaron en un suspiro como suelen hacer todas las vacaciones. Ya necesitábamos huir del asfalto y la rutina y ahora que hemos vuelto a ella queremos volver a irnos, típico…

Nos apetecía mucho salir los tres juntos de nuestro entorno para ver cómo lo llevaba Koalín… y desde luego los primeros días nuestro peque no hizo otra cosa que confirmar su extrema sensibilidad a los cambios: estaba irascible, le costaba dormir (también ayudó el calor horrible que hacía incluso de noche) y en general lo veíamos desubicado. Especialmente nos llamó la atención lo poco (o nada) que le gustaba meterse en el agua –fuera piscina o playa-, cuando el año pasado con tan solo 10 meses el tío se tiraba de cabeza sin pensárselo.

Por suerte poco a poco se fue habituando al nuevo hábitat e incluso se animó a probar el agua, lástima que ya casi al final de nuestra estancia…

La valoración de la experiencia no obstante es muy positiva: estar tranquilos los 3, sin prisas, sin despertadores, sin estrés ya fue un gran qué.

11333418_1426667594329183_2050712755_n

Ya de vuelta estamos empezando con los preparativos del segundo cumpleaños. Tal y como hicimos el año pasado seguramente volveremos a optar por una celebración sencilla y casera con la familia porque creo que aún es muy pequeño para disfrutar con otros niños o en otro entorno sin estresarse demasiado. Mi pequeño hipersensible, como siempre, marcando los ritmos… como en todo, ya que este verano también hemos empezado a introducir tímidamente varios cambios:

  • En primer lugar la Operación Pañal, suspendida hasta nueva orden, ya que comprobamos que tal y como nos había advertido su profesora de la guarde, E. aún es muy bebé y no está preparado: los intentos de dejarlo en cueros y acompañarle al orinal se han traducido en pipís en el suelo, sentadas de 2 segundos en el orinal (infructuosas) y el niño pidiéndome que le pusiera el mane (así llama él al pañal, no me preguntéis por qué) para hacer aguas mayores. Previsto reinicio cuando el koalita así lo haga saber.
  • Operación E. duerme solito en su habitación y en su cama que molan mil: Iniciada el 20/07 (justo al cumplir 23 meses) siguiendo método de cosecha propia consistente en meterme con el en su cama, darle pecho, y repetir operación con cada despertar nocturno (depende del día pueden ser 2 o 25). Llevamos así una semana y aparte de mi agotamiento y contracturas varias, puedo decir que estamos trabajando en ello.
  • Operación Adiós, teta, adiós: Íntima e irremisiblemente ligada a Operación E duerme solito por motivos obvios (mi método requiere mantener ritual teta hasta que hayamos asumido lo guay que es la cama y que no merece la pena despertarse). Fecha estimada de inicio: 24/8 post celebración cumpleañera. Inauguraremos pues los 2 años iniciando el destete total diurno (que no creo que cueste mucho ya que sólo toma una vez de día). Una semana después (en principio) está planificada la segunda parte de la Operación y la que sin duda va a ser la más complicada… la eliminación de las tetadas nocturnas (todas).

Respecto a este último punto finalmente he decidido hacer las cosas un poco ‘de golpe’. El no ofrecer no negar con mi hijo no funciona, porque jamás le ofrezco, pero él jamás deja de pedir. Y está más que decidido que la teta se despide antes de empezar el nuevo curso…

Pues ya véis, menudo horizonte de retos nos espera… iremos informando de los resultados!

Besazos

1990

Un poco de regresión en forma de escritura automática antes de dormir…

Cuando pienso en mi infancia lo hago con mucho cariño, creo que fui muy feliz.

Recuerdo los veranos en la Cala de Mijas, en Málaga, con mis primos y tíos. Recuerdo días de playa interminables saltando las olas (las fragosi o así las bautizamos, vete a saber por qué) al atardecer todos cogidos de la mano, para volver corriendo bajo la sombrilla a degustar la merienda a base de colacao y magdalenas que nos daba la abuela, al calor de los últimos rayos de sol de la tarde.00 1 MAR

Recuerdo las noches mágicas de verano y casi puedo aspirar el olor a jazmín y azahar, puedo oir el chirriar de los grillos o la musiquilla tan característica del afilador a primera hora de la mañana.

Recuerdo a la vecina de abajo, Justa, y a su perrito Canuto.

Recuerdo las historias que nos contaban mis tíos a toda la patulea de primos y primas, sobre el torreón frente a la terraza que fue rebautizado como el Castillo del Pulpo Marino, o Manino en la medialengua de mis 5 años de entonces. Recuerdo el montaje que hicieron tras explicarnos que una de las estrellas que veíamos titilando desde la terraza, la más grande y brillante, era la Estrellita de los Pitufos que concedía caramelos y chucherías a los niños buenos. Recuerdo gritar a la noche estrellada junto a mis primos (Estrellita de los Pitufooooos!!) y ver cómo caían mágicamente caramelos y piruletas (del terrado del edificio y lanzados por mis tíos, claro).

Recuerdo las sesiones del cine de verano y los Frankfurts con ketchup en la mesa de la terraza. Recuerdo las siestas largas y tediosas, con la chicharra de fondo. Recuerdo la sensación de labrisa marina nocturna sobre la piel tostada por el sol. Recuerdo el pulpo que pescó mi tio Pepe y a mi abuela peleándose con el bicho, que se le resbaló y se enganchó en el suelo de la cocina.

Recuerdo el cortijo de la tia Carmen, en Alhama, y el tractor del tío Alfonso. Recuerdo las gallinas y los pollitos. Recuerdo el monte, las excursiones y el calor sofocante. Recuerdo las paellas con sabor a campo.

niños campo

Recuerdo todo eso y solo espero estar a la altura, conseguir que mi hijo el día de mañana al ponerse nostálgico recuerde su infancia con el mismo cariño que yo.